jueves, 28 de marzo de 2013
La sonrisa
"La elegancia se demuestra al sonreír", cantaba Annie en el famoso musical. Elegancia y simplicidad van de la mano. A veces la perdemos buscándola en un lugar equivocado. Reconozco que estuve a punto de sucumbir ante algunos modelos equivocados. Por eso comprendo a los que caen en la tentación. Hay creencias que pueden destrozarnos. Elegirlas bien es crucial. Pensamos que la seriedad nos protege. Igual que los símbolos que coleccionamos. Por eso me encanta el mensaje de Sugathapala. La vida es corta. Sonreir es una elección.
lunes, 11 de marzo de 2013
Y luego se quejan
Llevo más de media vida rodeada de hombres. A su lado he aprendido tanto y hemos compartido tantos buenos momentos que sólo puedo hablar bien de ellos. Me gustan, me caen fenomenal. Y estoy convencida de que el tema es recíproco. Así que no entiendo lo que pasa. ¿Qué desata toda esta violencia de unos contra otros?
Entonces pienso que hay dos ideas básicas:
1. Nadie es de nadie. Es imposible. Es tan sencillo, que parece increíble no verlo. A veces pienso que deberíamos cambiar el lenguaje. Utilizamos en exceso adjetivos y pronombres posesivos.
2. Nadie es responsable de la reacción del otro. Cada uno es responsable de su propia reacción.
Cuando escucho comentarios sobre la forma de vestir de algunas jóvenes, presto especial atención a lo que se dice. Porque sin querer podemos olvidarnos de la idea número dos, pasarla por alto. Un mismo argumento, el que lleva a decir un aparentemente inofensivo "y luego se quejan" puede justificar absolutamente todo. No lo perdamos de vista.
Entonces pienso que hay dos ideas básicas:
1. Nadie es de nadie. Es imposible. Es tan sencillo, que parece increíble no verlo. A veces pienso que deberíamos cambiar el lenguaje. Utilizamos en exceso adjetivos y pronombres posesivos.
2. Nadie es responsable de la reacción del otro. Cada uno es responsable de su propia reacción.
Cuando escucho comentarios sobre la forma de vestir de algunas jóvenes, presto especial atención a lo que se dice. Porque sin querer podemos olvidarnos de la idea número dos, pasarla por alto. Un mismo argumento, el que lleva a decir un aparentemente inofensivo "y luego se quejan" puede justificar absolutamente todo. No lo perdamos de vista.
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